La videolotería y otras drogas
10.05.19

El tema de los juegos de azar, específicamente esta vez la llamada “videolotería”, se ha convertido en la más reciente distracción política en nuestro país. Por una parte el gobierno propone - una vez más una actividad cuyas raíces son fundamentalmente ilícitas - como medio lícito de aumentar los ingresos gubernamentales.
      Por un lado me está curioso el proceso aceptado por la ciudadanía colectiva en asuntos como este: primero se permite que el gobierno decrete sin consulta que alguna actividad es ilegal y luego se le permite que nos venda el derecho a hacerla. Por ejemplo los sistemas de zonificación para usos de terrenos establecen que en una zona en particular no se puede construir una casa. Sin embargo, la casa sí podría ser construida si se obtiene un permiso especial del gobierno. Notemos que básicamente ninguna prohibición es absoluta, puesto que con cada una viene la excepción de poder comprar el derecho a proceder.
      En el caso de los juegos de azar entra en juego - entre otras cosas - el juicio moralista. En algún momento se juzgó - lo más seguro arbitrariamente - que hacer apuestas es inmoral (porque supuestamente causa daños personales y sociales, etc.) y que por ende debía prohibirse. Sin embargo la “autoridad moral” que lo prohibió también creó la lotería... su lotería que no es otra cosa que un juego de azar. Bajo la propia perspectiva del gobierno que decretó las apuestas inmorales el derecho a ser inmoral ha sido vendido a empresas privadas que operan máquinas “tragamonedas”, no sin antes revestirlo con el eufemismo de “entretención personal”. Ni se diga del derecho a fumar, a beber alcohol, a extraer agua de la tierra y mil otros casos. Aparenta ser indudable que la inmoralidad es aceptable solamente cuando le produce ingresos al gobierno.
      Sin embargo este proceder en nuestro país es en realidad hipocresía masiva acordada, puesto que el pueblo acepta todo lo que haga el gobierno sin exigirle cuentas. Y esto nos trae de vuelta al supuesto problema de la videolotería. Escuchamos hasta la saciedad en los medios el tema - unos apoyando, muchos oponiéndose y los más ni siquiera inmutándose. El gobierno hace lo que sabe hacer mientras los oponentes ofrecen municiones que puedan ser repetidas por otros para evitar que se apruebe un proyecto legislativo enfocado a apoyar esta modalidad particular del juego de azar. Todos argumentan enérgicamente defendiendo su posición pero ninguno aparenta enfocarse en el punto esencial del asunto: ¿qué dice el pueblo?
      Podría sonar pesimista, pero apuesto que la persona promedio está a favor de la videolotería. Eso no significa automáticamente que juzgo buena o mala esta actividad. Mi pregunta va dirigida a señalar que la videolotería, como toda drogadicción, existirá mientras haya demanda para ésta. Mientras haya necesidad de cocaína habrá narcotráfico. Mientras haya avaricia en unos - y extrema necesidad en otros - habrá juegos de azar... legalmente o no.
      Se nos olvida que todos los males de la sociedad provienen de la propia sociedad. Lo único que cambiará nuestro mundo será un cambio en el ser humano. La videolotería fracasará si el pueblo no la apoya, desaparecerá por sí misma si el público no se dejar devorar por ella. El futuro está en manos del pueblo no en prohibiciones triviales que pueden ser evadidas legalmente. Más leyes no son la solución y eso es evidente en la llamada guerra contra las drogas y en miles de otros casos. Cada día se añaden nuevas estrategias contra el narcotráfico pero su impacto en nuestra sociedad se mantiene sólido. La evidencia dice que ninguna ley ha logrado detener el supuesto mal al que apuntaba resolver. En el caso más extremo la pena capital no ha detenido los casos de crímenes que la conllevan (1). ¿Por qué será esto?
      La incongruencia de la ineficacia de las leyes se puede explicar sencillamente: la inmoralidad, la criminalidad, la avaricia, los vicios y las demás cualidades humanas son rasgos espirituales, o sea, del espíritu, y como tales son modificados en el aspecto espiritual de cada persona. Ninguna ley puede decretar moralidad, bondad, solidaridad, compasión ni ninguna otra virtud del espíritu. La ley puede actuar post-facto, quizás encerrando al malhechor tras barrotes, pero eso no significa que ha mejorado la sociedad. Aun tras las rejas el malhechor continuará siéndolo mientras su espíritu no haya aprendido las lecciones apropiadas. Tal mejora espiritual viene tras muchas vidas de tropiezos y dolor, lo cual hace incierta la rehabilitación del criminal.
      Cuando la mayoría de los seres humanos entendamos que somos esencialmente seres espirituales que transitamos físicamente por la Tierra precisamente para mejorar continuamente, nuestros procedimientos sociales habrán mejorado lo suficiente para elevar nuestra sociedad humana un peldaño más en la escala evolutiva. Mientras tanto, los temas sensacionalistas como la videolotería, así como los argumentos políticos, religiosos y moralistas, continuarán siendo parte de nuestra sociedad. Está de nuestra parte darles o no vigencia en nuestras vidas individuales.
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(1) The Death Penalty: No Evidence for Deterrence, John J.Donohue and Justin Wolfers LEA EL DOCUMENTO

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